Cada día, en la ciudad de Telde, estos gatos sobreviven en este deplorable estado.
Frenéticos, rebuscan entre los residuos una fuente de alimento que los pueda ayudar a sobrevivir el resto de días u tal vez años. Los más afortunados disponen de la ayuda de ciertas personas cuales gracias a su humanidad y preocupación, se interesan en al menos gastar un mínimo de sus presupuestos en comida y agua para estos animales dejados a su suerte ,e inclusive, repudiados por algunos.
Aparte de los grandes peligros de la calle (varios gatos han muerto atropellados mientras cruzaban de una acera a otra por el descuido de ciertos conductores o por esconderse debajo de los automóviles que posteriormente los escachan con sus ruedas accidentalmente) ellos huyen de una amenaza posiblemente mayor; los propios humanos.
Los vecinos que rodean el municipio, comentan que ya son varias veces en las que surgen altercados o disputas pues estos señores, los cazadores, se dedican a envenenar la comida u el agua que les colocan cada mañana algunos vecinos de los alrededores. Estos actos no están sancionados con al menos una buena multa que pueda incitar a la reducción de tales crímenes; muchos de ellos siguen viviendo normalmente sus vidas, sin ser siquiera sancionados por nada ni por nadie.
El número de animales abandonados en dicha ciudad crece cada vez más, pues una gata sin capar puede llegar a dar a luz a nueve gatitos normalmente. Gracias a la interveción de algunas asociaciones de animales sin ánimos de lucro, se ha conseguido castrar a gran parte de los animales de los alrededores. A los gatos castrados, se los identifica por la carencia de la punta de alguna orejita, sea izquierda u derecha.
Muestra de gato castrado, véase su oreja derecha; carece de la puntita.
Es muy triste que a ciertos jóvenes o más bien su inmensa mayoría, no sientan ninguna clase de remordimiento al contemplar cada día la muerte de una criatura indefensa en las esquinas de la ciudad de Telde. Su vida social, sus intereses personales y su egoísmo parece resaltar por encima de ese hecho. Se supone que deberíamos de ayudar al más débil, de protegerlo ante las adversidades que éste no pueda combatir contra. La insensibilidad es lo que más se refleja a día de hoy, tanto como con los animales como con las personas. Al igual que el maltratador de animales desarrolla una demencia hacia los de su misma especie (psicopatía), nuestro carácter hacia nuestras mascotas (animales generalmente) también influye en nuestro ámbito social/familiar.